Mudanza, un estrés para tu mascota

Las estadísticas ponen a las mudanzas entre los sucesos que más estrés causan en los seres humanos. ¿A las mascotas les resulta indiferente? Para nada. Sufren la tensión del cambio del lugar, del nuevo territorio para gobernar.

Entonces, igual que con nuestros hijos o nosotros mismos, hay que ser pacientes, darles afecto y cuidado. Claro, en una mudanza los adultos tenemos muchísimas cosas en la cabeza y para evitar que nuestro animalito se transforme en una carga, debemos estar atentos a ciertos detalles a tener en cuenta.

Por empezar, es fundamental tener un plan que los incluya (no olvidemos que son uno más de la familia). Necesitamos saber qué pasos vamos a dar para que la mascota no sienta improvisación. Y como, en cierto modo, llegar a un lugar nuevo es similar al momento en que se adopta a un animal, antes de entrar a la nueva casa hay que pasearlo por el barrio, que descargue energías y llegue relajado a lo que será su hogar. Cuando esté tranquilo, recién hacerlo entrar y, antes de soltarlo, pasearlo dentro del nuevo lugar para que se familiarice.

Mostrarle las habitaciones y demás sectores de la casa, que los olfatee y comience a hacerlos propios. Además, encontrar un sector que le pueda gustar y tenerle listo un lugar para dormir y sus recipientes de comida y bebida.

"Mucha expectativa: El animal percibe la ansiedad familiar o la del amo. Por eso, más que nunca, calma."

Hay que reducir sus traumas aun en un día complejo para reducir los nuestros. Pero tantos muebles que van y vienen, cajas, ruidos, etc., la mascota puede fastidiarse y ponerse (y ponernos) molestos. Una buena táctica es no cambiarle sus rutinas y sostener una actitud positiva que sabrá captar. También hay que evitar que se alteren sus objetos. Por ejemplo, no lavarlos (para que no cambien su olor) ni cambiarlos por otros: mudarlos intactos es clave para que se sienta más rápidamente familiarizado. Un par sencillas pero efectivas. Si es un gato, ponerle manteca en las patas: se pasará el tiempo lamiéndoselas y, mientras, se quedará en la casa aprendiendo a vivir en el nuevo lugar. Si se trata de un perro, una correa larga para que pueda moverse, pero sin escaparse, y juguetes para entretenerlo.

 

El gato suele sufrir más que el perro

Por Sergio Gómez (veterinario)

El que más sufre las mudanzas es el gato, a diferencia del perro, que es más gregario y mientras sigan los mimos, la comida y que nadie le cambie los hábitos ni costumbres a las que él está acondicionado, no le afecta tanto. El gato, en cambio, es más de extrañar la casa. De hecho, las consultas en nuestro consultorio suelen ser sobre cómo hacer para que los felinos se queden en el nuevo hogar, porque vuelven a la casa anterior.

Lo que aconsejamos es que muden su bandeja sanitaria con las piedritas en uso, no lavar sus prendas sobre las que duerme y no dejarlo salir por unos días hasta que vuelva a formar su territorio.